AMBRÓSIO PEIXOTO DE CARVALHO Y SU FAMILIA
María
Inés Olaran Múgica
Para ver esta ponencia con las ilustraciones, favor de copiar esta dirección en su ventana de Internet:
http://issuu.com/acadomgenher/docs/olaran_mugica__maria_ines_-_ambro__
Para ver esta ponencia con las ilustraciones, favor de copiar esta dirección en su ventana de Internet:
http://issuu.com/acadomgenher/docs/olaran_mugica__maria_ines_-_ambro__
INTRODUCCIÓN
Existe en el Archivo
Municipal de Fuenterrabía, en Guipúzcoa (España), un documento que llamó mi
atención por los protagonistas y por la historia que narraba. Se trata del
documento titulado Información y averigüación
de la Justicia de Fuenterrabía sobre la identidad de una criatura de tierna
edad que traían unos portugueses de la costa brasileña y que decían era hijo de
un ministro de justicia del rey, que residió en dicha parte de Brasil,[1] del escribano Juanes de
Gijón.
En este documento se
cuenta el desventurado viaje y el trágico destino que tuvo una notable y
acaudalada familia que vivía en el Brasil en la época de la Unión Ibérica (1580-1640), desde que
embarcaron en la nao que les llevaría a Lisboa. El padre de esta familia era el
desembargador de Bahia, Ambrósio Peixoto de Carvalho, conocido funcionario
colonial portugués, y el único sobreviviente de la misma fue un niño de 4 años
e hijo suyo, Fernando Peixoto, que tras muchas vicisitudes llegó a Fuenterrabía
llevado por unos hombres con quienes había realizado el viaje desde la Bahia de
Todos os Santos, en Brasil, pasando por otras localidades como La Rochelle y
Saint Jean de Luz en Francia. Por Fuenterrabía pasaban en la época gentes
procedentes de los más variados lugares, pero la llegada de estos poco comunes visitantes
procedentes de sitios tan remotos y en tan extrañas circunstancias, exigió la
apertura de una investigación para averiguar las causas por parte del alcalde
ordinario, el licenciado Juan Miguel de Gomensoro.
Este documento desvela
aspectos de la familia que probablemente nunca llegaron a conocerse en las
altas esferas portuguesas, ya que están contados por testigos de primera mano
que convivieron con sus miembros durante una larga y accidentada travesía, y
cuyo testimonio ha quedado guardado durante más de 400 años en este archivo de
Fuenterrabía, tan distante de la ciudad de Salvador de Bahia de Todos os
Santos.
En las siguientes líneas
expondré aspectos genealógicos y familiares de Ambrósio Peixoto de Carvalho y
detalles de su misión en Bahia como desembargador, sus enfrentamientos con la
Inquisición portuguesa, así como los asuntos turbulentos en los que estuvo envuelto
él y su familia política y el desdichado fin de los miembros de esta familia
formada por el matrimonio y sus cuatro hijos varones. Las figuras claves de
este trabajo son Ambrósio Peixoto de Carvalho y su mujer, Beatriz de Taíde, así
como los padres de ella, Fernão Cabral de Taíde y Margarida da Costa, y por
último Fernando, el hijo sobreviviente del desembargador y su mujer.
El documento que he encontrado
en el Archivo Municipal de Fuenterrabía y que presento en esta ponencia es de
gran importancia, ya que por haberse mantenido inédito hasta este momento, no
se conocían los acontecimientos que habían ocasionado el final de esta familia
y por lo tanto, lo que había sucedido con ella. Asimismo, las diferentes
publicaciones que han presentado -siempre brevemente- la vida del desembargador,
solamente citan un solo hijo de Ambrósio Peixoto de Carvalho y su mujer,
Beatriz de Taíde, que fue Fernando, sin citar los otros hijos que tuvo este
matrimonio y que fueron Francisco, Antonio y Pedro, además de estar doña
Beatriz de Taíde embarazada de su quinto hijo en el momento en que la familia
volvía a Lisboa tras finalizar su estancia en Bahia. Es por tanto, desde el
punto de vista genealógico, de una gran importancia debido a la información que
aporta en una época en que son muy escasos los documentos de esta familia.
En este trabajo
presentaré asimismo una transcripción de algunos documentos relacionados con
esta familia y los problemas que tuvo con la Inquisición de Lisboa, documentos
ya publicados en diferentes épocas y que reproduzco íntegramente por considerar
que el acceso y la consulta de estas obras en España es de gran dificultad ya
que existen escasos ejemplares, y de este modo quisiera proporcionar la
información más completa posible sobre la documentación que relaciona a esta
familia con el Santo Oficio de la Inquisición. Además presento dichas
transcripciones en el idioma original portugués, para no desviar en modo alguno
el sentido en el que dichas declaraciones fueron realizadas y mantener el
lenguaje de fines del siglo XVI.
Por todo ello, la vida
de Ambrósio Peixoto de Carvalho y su familia es un ejemplo de aquellas
“familias que cruzaron fronteras”, título de esta Conferencia Iberoamericana de Genealogía,[2] porque se trata de una
familia de origen portugués que se desarrolló en Brasil en el siglo XVI y que
pretendiendo regresar a Portugal tuvo su final en aguas del Atlántico, a
excepción de un único de sus miembros que llegó a Francia y después a España.
Siguiendo por ello el rastro
de esta familia, y aparte del Archivo Municipal de Fuenterrabía ya citado, he
realizado investigaciones en instituciones como la Biblioteca Nacional de
España, Biblioteca Nacional de Francia y Biblioteca Nacional de Portugal,
Archivo Nacional Torre do Tombo, en Portugal y Biblioteca de San Pablo-CEU en
Madrid, entre otras, a cuyo personal agradezco por las facilidades que me ha
dispensado en la consulta y reproducción de algunos de sus fondos.
CONTEXTO HISTÓRICO
Durante los años en que
Brasil formó parte de la Corona española (1580-1640) tras la muerte del rey D.
Sebastião de Portugal, los hidalgos portugueses continuaron administrando el
Imperio colonial portugués, y entre estos territorios se encontraba Brasil.[3] A
fines del siglo XVI, entre 1591 y 1595, la Inquisición portuguesa se instaló en
Brasil a cargo del Visitador Héitor Furtado de Mendonça, que estuvo en Bahia y
Pernambuco. La ciudad de Salvador era el centro administrativo en la capitanía
de Bahia, donde residía el Gobernador General, con
atribuciones militares y civiles, el Oidor
Geral,[4] el Provedor mayor, el
Tesorero y otros oficiales reales.
El sacerdote jesuita
José de Anchieta realizó a fines del siglo XVI una descripción de la Ciudad del
Salvador, cabeza de la capitanía de Bahia, que nos presenta una imagen de cómo
era en los primeros años de la Unión
Ibérica. En ella residían el gobernador y el obispo. La ciudad distaba 100
leguas de Pernambuco y estaba situada en un monte. La ensenada, llamada Bahia de Todos os Santos tenía de 10 a
12 leguas de extensión y casi 30 de contorno, con algunas islas en medio de
ella adonde llegaban algunos ríos muy caudalosos. Contaba en su época con 46
ingenios de azúcar, con muchas plantaciones de caña. La ciudad de Salvador no
era muy grande, ya que gran parte de la gente vivía fuera de ella, en los
ingenios y haciendas. La comarca tendría unos 10 ó 12 mil portugueses y para el
servicio de los ingenios y haciendas hasta 3000 esclavos de Guinea y unos 8000
indios cristianos de la tierra entre esclavos y libres. Los esclavos de Guinea
y los de la tierra vivían en la ciudad y en los ingenios y haciendas de sus
señores, y los indios libres en las casas de sus señores portugueses y algunos
otros en los aldeamientos o reducciones indígenas que estaban a cargo de los
jesuitas, desde donde iban a servir a los portugueses a cambio de una paga. En
la ciudad de Salvador se encontraba la casa y el Colegio de los jesuitas, que
era el mayor del Brasil, donde vivían 60 jesuitas, entre padres y hermanos y
había sido dotado por el rey D. Sebastião con 3000 ducados de renta para cada
año. Además vivían 160 personas de servicio, entre esclavos de Guinea y algunos
indios de la tierra esclavos y libres. Casi todos vivían casados en una hacienda
que estaba junto a la ciudad, en un poblado con su iglesia, donde los Padres
les enseñaban la doctrina y decían misa y desde donde se repartían para ir a
trabajar.[5]
Los jesuitas portugueses
se establecieron a mediados del siglo XVI entre Bahia y São Vicente, con el
propósito de conseguir la conversión de los indios y la salvación de sus almas,
mediante la creación de colegios y aldeamientos. En Bahia, la administración
colonial establecía las relaciones entre portugueses e indígenas, por medio de
leyes civiles y religiosas que tenían como fin la catequización de los indios y
su integración como mano de obra libre o esclava. Indica el antropólogo
brasileño Renato Sztutman que los portugueses que allí residían eran
conscientes de su dependencia de los indígenas y que para sobrevivir, era
necesario dejarse contaminar -en ocasiones- por las costumbres de los mismos.[6] Esta afirmación me parece
clave en el trabajo que presento, ya que la familia estudiada se vio envuelta
en un caso de herejía, que en el fondo tiene su justificante en esta necesidad
de adaptación al mundo indígena, de intercambio y aceptación en muchos casos de
sus ideas y costumbres, como fin para lograr la adaptación a un territorio muy
diferente de la Península Ibérica -bien fuera el ámbito portugués o el
español-, inclusive cuando las nuevas prácticas con las que se encontraron y
que tuvieron que aceptar e integrar en su sistema de valores, chocaran
fuertemente con la doctrina católica. Esto se extendía a la práctica de
creencias religiosas, por más que desde las instancias oficiales se intentase
velar por la pureza de la fe, control que se hacía muy difícil por convivir en
estas capitanías religiones diferentes como el judaísmo, el protestantismo o el
catolicismo, junto con las manifestaciones religiosas indígenas y africanas. El
sincretismo se dio a todos los niveles.
Los portugueses de Bahia
necesitaban para la explotación de sus tierras la mano de obra indígena, y por
ello apresaban y compraban esclavos para destinarlos a sus propiedades.
Mientras tanto, los jesuitas trataban de catequizar a los indios atrayéndolos
hacia los llamados en Brasil aldeamientos,
que eran reducciones o misiones, porque a su vez necesitaban mano de obra para
el desarrollo de su economía. En dichos aldeamientos -situados cerca de las
propiedades de los portugueses- los indígenas trabajaban de modo libre o
forzado, si se trataba de cautivos de guerra. Esta fue una política común
organizada entre la Iglesia y la Corona que buscaba, para la primera, obtener
la catequización de los indios, y para la segunda, integrarlos dentro de las
estructuras coloniales. De esta política se beneficiarían también los colonos,
que obtendrían una mano de obra reeducada en los valores del mundo cristiano
peninsular.
Sin embargo, los jesuitas
encontraron muchos obstáculos para conseguir sus objetivos y entre ellos, que
los indígenas eran reacios a renunciar a sus prácticas sociales y religiosas,
como el canibalismo, la poligamia o el chamanismo, que estaban muy lejos de la
doctrina cristiana. Para los indígenas, someterse a las normas católicas
significaba renunciar a sus estructuras sociales, religiosas y políticas, por
lo que se resistían a seguir las normas impuestas por los religiosos católicos,
y los jesuitas tuvieron que aceptar en los aldeamientos la práctica de
determinadas manifestaciones culturales indígenas, como los bailes, cantos y
aceptar ciertos ritos y tradiciones tupís. Aparte de los indígenas que se
agrupaban en los aldeamientos, muchos otros quedaban fuera de los mismos, bien
fueran aliados de los colonos o enemigos, indígenas que por no someterse al
proyecto colonial debían ser sometidos.
El establecimiento de
los portugueses en la costa del Brasil provocó la huida de muchos indígenas que
no querían someterse a las normas impuestas en los aldeamientos hacia las zonas
del interior que no estaban controladas. Tras ellos se dirigían los colonos
para apresarlos y someterlos a la esclavitud, justificando sus cacerías humanas
en la necesidad de mano de obra que tenían para la explotación de sus
propiedades.
TEIXEIRA ALBERNAS, João:
Livro en que se mostra a descrição de
toda a costa do estado do Brasil e seus portos, barras e sondas d’elas. Lisboa,
1627. Ref: http://gallica.bnf.fr/ark:/12148/btv1b55002487b.
En este contexto, se
desarrollaron los movimientos llamados por los portugueses Santidades, o ceremonias de los indios tupí que tenían lugar en
diferentes aldeas donde la figura principal era el caraíba o profeta. En Brasil, se asimiló también el nombre de
“caraíba” al de “brujo”, “santo”, “sacerdote”, “médico” o “hechicero”.[7] Los caraíbas se dirigían
de una aldea a otra cada cierto tiempo, donde organizaban fiestas en las que realizaban
una serie de ritos para comunicarse con los espíritus de los antepasados. A
través de sus rezos, incitaban a los habitantes de la aldea a ir a la guerra
para rencontrarse con sus héroes y encontrar la tierra donde jamás se moría, la
tierra sin mal, huyendo del colonialismo. Los rituales incluían elementos como
una calabaza pintada y adornada con plumas dentro de la cual se encontraba el
espíritu de los antepasados a los cuales el caraíba rezaba mientras se fumaban
hierbas y los indios bailaban tocando instrumentos y cantaban de forma
melancólica. Además integraban entre sus ritos elementos cristianos.
En Brasil, fue en Bahia
donde estas manifestaciones indígenas fueron más importantes, destacando el
caso de la Santidad de Jaguaripe entre
aproximadamente 1580 y 1586. Cuando el Visitador
del Santo Oficio de la Inquisición de Lisboa, Heítor Furtado de Mendonça
realizó su primera visita al Brasil entre 1591 y 1595 conoció lo que había sido
la Santidad de Jaguaripe, eliminada
en 1585 por el Gobernador Teles Barreto, a través de declaraciones de testigos
que habían participado en sus ceremonias o que habían tenido conocimiento de
ellas.[8] Este movimiento indígena,
apadrinado por Fernão Cabral de Taíde, suegro de Ambrósio Peixoto de Carvalho
será expuesto más adelante.
Grabado
de Thedore de Bry. En: STADEN, Hans: Navigatio
in Brasiliam Americae. Francfort, 1592, p. 228.
ALGUNAS CONSIDERACIONES SOBRE BRASIL EN LA UNIÓN IBÉRICA
Entre 1580 y 1640 se
produjo la Unión Ibérica, años
durante los cuales Portugal y España se unieron bajo el dominio de la Casa de
Austria, y con estos países los dos imperios coloniales más importantes que
existían en la época.
Ha sido un periodo de la
historia muy poco estudiado hasta fines del siglo XX, donde por encima del
análisis objetivo ha primado una visión nacionalista y en el que la
historiografía tradicional nos ha transmitido conceptos que deben continuar
siendo revisados. Desde la década de 1980 se está produciendo una profunda
revisión de este periodo histórico, tanto por historiadores españoles y
brasileños, pero igualmente por los portugueses a partir de documentación que
no había sido analizada en profundidad, contenida en fondos del Arquivo
Nacional Torre do Tombo en Lisboa y también la que integra el fondo llamado
“Consejo de Portugal”, localizado en el Archivo General de Simancas, en
Valladolid,[9]
que fue el organismo encargado de las relaciones entre Portugal y España y que
dependía del poder del rey, mientras que por otro lado los gobernadores y
virreyes en Portugal dirigían los asuntos más importantes a Madrid para su
consideración. El Consejo de Portugal fue la principal institución por la cual
Portugal y sus territorios se integraron en las estructuras
político-administrativas del Imperio español y fue un órgano intermedio entre
el rey y las demás instituciones portuguesas. Cuando un nuevo reino se anexionaba a la Corona, la administración
central española no sufría cambios y únicamente el reino agregado se debía
adaptar a esta estructura ya organizada.[10] Gracias al estudio de los
documentos del fondo del Consejo de Portugal se vislumbra que los intereses
españoles primaron sobre los portugueses y se está produciendo en los últimos
años una revisión del periodo filipino en Brasil, aunque sigue siendo difícil
desterrar del imaginario colectivo las ideas que durante cientos de años han
venido siendo transmitidas por sentimentalismo.
Desde la década de 1980 se
han realizado varias tesis doctorales que estudian este periodo. Santiago Luxán
y Meléndez,[11]
Fernando Jesús Bouza Álvarez[12] y Roseli Santaella Stella[13] lo han estudiado en profundidad
en sus investigaciones. Es sobre todo esta última historiadora quien ha venido
demostrando a lo largo de diferentes trabajos que durante la Unión Ibérica, Brasil fue español y no
portugués como ha venido defendiendo la historiografía tradicional. Ha
estudiado cómo ejercieron su poder los monarcas españoles sobre esta colonia
portuguesa y de qué manera los asuntos brasileños se administraron dentro de
las estructuras de poder de la Casa de Austria.
Felipe II fue aclamado
Rey de Portugal en las Cortes de Tomar en 1581 donde se comprometió a respetar
algunas reglas ante la Unión de las dos Coronas, que quedaron expuestas en la
carta patente firmada en 1582. Pero este rey no respetó todos los compromisos
asumidos, especialmente aquellos que pretendían garantizar la autonomía del
reino anexionado, al igual que sus sucesores. Felipe II interfirió en las
estructuras jurídicas y administrativas de Portugal, al igual que en sus
estructuras económicas y financieras.
En Brasil, Felipe II fue
aclamado rey por la Cámara de Bahia en 1582 y enseguida quiso poner control en
el territorio ante los abusos administrativos que en él se estaban produciendo
y frente a los enemigos extranjeros como ingleses y franceses que atacaban sus
costas. Según Francisco Ribeiro da Silva, las estructuras administrativas y de
gobierno de esta colonia no fueron alteradas significativamente, pero sí se
reforzaron los poderes de los Gobernadores Generales y los administradores de
Hacienda y Justicia. El primer Tribunal de Relaciones fue planeado por Felipe
II en Bahia en 1587, pero no fue hasta 1609 cuando se ejecutó el proyecto, con
Felipe III.[14]
En Brasil, la autonomía que los portugueses exigieron
para gobernar sus territorios y que frecuentemente se ha aceptado que tuvieron,
no fue siempre cumplida, los reyes de la Casa de Austria gobernaron los
territorios que formaban parte de la Corona española pasando por encima de
intereses particulares portugueses y Brasil fue insertado dentro del sistema
colonial español. Hasta que han ido apareciendo una serie de nuevos trabajos
desde la década de 1980 existían estudios parciales sobre el Brasil de este
periodo que trataban principalmente de los antecedentes de la Unión Ibérica, del gobierno de Felipe II y por último de la
crisis de este periodo y restauración de Portugal. Faltaban, sin embargo
estudios en profundidad sobre el periodo filipino en Brasil que afortunadamente
están saliendo a la luz.
Tradicionalmente se ha
venido creyendo dado que la historiografía así lo ha transmitido, que el
juramento que Felipe II de España hizo en las Cortes de Tomar en 1581[15] donde juró en qué
condiciones gobernaría Portugal y su Imperio y se comprometió a que Portugal
continuaría administrando el Reino y sus territorios, había sido cumplido y por
lo tanto Portugal había mantenido su autonomía. Esto está muy lejos de ser
cierto ya que España tuvo una injerencia grande en los asuntos portugueses;
desde la Corte situada en Madrid se tomaban las decisiones referentes al gobierno
colonial y se enviaron a lo largo de todo el periodo administradores españoles a
Portugal y Brasil para controlar el territorio.[16] Como indica Roseli
Santaella Stella, la Unión Ibérica no
trajo solamente un reino (Portugal) más a España, sino el segundo mayor imperio
colonial de esta época con lo que Felipe II completaba su absoluto dominio en
el Nuevo Mundo y además aclara:
“Aceptar
que el juramento de Tomar fue cumplido al pie de la letra en sus varios
aspectos denuncia, más que ingenuidad, el olvido de fenómenos sociales y otros
hechos cuya contextualización abarca grandes dimensiones”.[17]
En realidad, los tres
reyes españoles que dominaron Portugal tras la Unión de las dos Coronas,
comenzando por Felipe II, habrían cometido una gran imprudencia dejando la
administración de Brasil en manos exclusivamente portuguesas, sin haber llevado
a cabo un progresivo control sobre este territorio. Felipe II y sus sucesores
sabían muy bien que tenían poderosos enemigos y que existían fuertes
resentimientos contra la Corona española desde su disputa por el trono
portugués tanto en sectores dentro de Portugal que habían apoyado al Prior de
Crato, como en otros países que preparaban ataques e invasiones en Brasil como las
Provincias Unidas de los Países Bajos, Francia o Inglaterra, y que pretendían
apoderarse de las riquezas, de las vías de comercio y en definitiva, del
Imperio colonial español. Era necesario por lo tanto, un férreo control del
territorio por parte de los Austrias, quienes pondrían la administración de esta
colonia en manos de sectores afines a su política y personas de su confianza.
Tal y como indica Roseli
Santaella Stella, en Brasil Felipe II ordenó la construcción de puestos
avanzados de defensa con presencia de oficiales y guarniciones castellanas, se
produjo en esta época una fijación de colonos españoles en varias capitanías,
como en São Vicente, que era la más próxima a Perú en donde se recogieron muestras
de oro y se produjeron alianzas entre los españoles y los personajes
influyentes que estaban ya asentados en estas tierras, se envió la expedición
de Valdés a Brasil y Anchieta, sacerdote jesuita español continuó como
provincial de la Compañía de Jesús en Brasil hasta 1588, y se llevaron a cabo
muchas otras medidas reales para someter a Brasil a los designios del rey y de
la monarquía española, para preservar las ricas conquistas americanas. Con el
fin de administrar estos territorios, más que una red de competentes
funcionarios locales era necesaria la instalación de una importante red de
informaciones, que dieran a conocer a las autoridades en Madrid todos aquellos
asuntos coloniales de interés. A través de ella, Brasil y los virreinatos
españoles podrían comunicarse ante peligro inminente.[18]Además, era necesario
contar con un cuerpo de funcionarios competentes y con experiencia en asuntos
coloniales y por ello los antiguos servidores coloniales ocuparon importantes
cargos en el reino, como Gaspar de Sousa, gobernador de Brasil entre 1613 y
1617, se convirtió en Consejero de Estado de Portugal. Y también era de gran
importancia para los Felipes, contar con la opinión de otro tipo de personas
que habían estado en diferentes lugares del Imperio, hubieran cumplido o no
funciones públicas en Brasil.[19]
Esta misma historiadora
concluye:
“Considerando
las comunicaciones reales, los pareceres de los innumerables funcionarios o
exfuncionarios consultados y las informaciones de particulares y servidores, es
posible vislumbrar aspectos de la actuación de los Felipes con relación a
Brasil. Las consultas de los variados órganos encaminadas al Consejo de
Portugal deberían ser sometidas al rey. Llegando hasta el monarca estos
papeles, las consultas sobre Brasil merecían el despacho real probando que los
Felipes estaban gobernando el país durante la dominación española, pasando por
encima de las instituciones portuguesas.”[20]
Siguiendo a esta
historiadora, todas las cartas y documentos relativos a las posesiones
españolas llegaban a la Secretaría del reino de Portugal que los encaminaban al
virrey y a los gobernadores en Lisboa, quienes a su vez representaban al rey
ante la administración portuguesa y que estaban supeditados al Consejo de
Portugal y al mismo rey. Después de ser consultados los órganos competentes, se
redactaba una primera consulta que contenía el punto de vista de todas las
partes y que seguidamente era remitida para la Corte en España. El palacio real
en Madrid recibía los documentos y los entregaba al Consejo de Portugal. En
ocasiones, cuando se trataba de asuntos delicados, las comunicaciones no
pasaban a través del Consejo de Portugal, sino directamente al rey y los
consejeros portugueses no tenían conocimiento de su contenido y como prueba de
ello estos documentos pueden ser encontrados dentro de los fondos del Consejo
de Estado. Aquellas consultas que se enviaban desde el reino de Portugal al
Consejo de Portugal, eran tomadas en consideración por sus miembros y su
secretario redactaba una segunda consulta que contenía el resumen y el parecer
de los miembros del Consejo. El secretario del Consejo de Portugal hacía llegar
este documento al rey, que no tomaba parte en las reuniones del Consejo y quien
tenía la decisión final, siempre anteponiendo los intereses españoles a los
portugueses, en caso de conflicto de los mismos. Tradicionalmente se ha venido suponiendo que
los monarcas de la Casa de Austria no siempre deliberaban sobre asuntos portugueses
debido a la inexistencia de firma real en
algunos documentos, pero los actos emanados del poder supremo no
necesitaban obligatoriamente ser reescritos en la Corte y firmados por el
monarca.[21]
Roseli Santaella Stella,
concluye lo siguiente:
“De cara a la suma de evidencias de la intervención
española en Portugal y de las medidas tomadas por los Felipes con relación a la
colonia lusa, se comprueba la realidad del dominio español en Brasil. O sea, de
1580 a 1640 Brasil fue gobernado por los Felipes de España.
Aunque no estuviera integrada totalmente en el aparato
político-administrativo español, el imperio portugués estuvo en la práctica
sujeto al mando filipino durante seis décadas tenidas como de gobierno luso.
Urge reconocer el hiato en la hegemonía portuguesa en
Brasil a lo largo del periodo colonial”.[22]
Estudios de genealogía e
historia familiar demuestran asimismo que durante esta época, hubo numerosas
familias de origen español, que llegadas tanto de España como de otros
territorios americanos pertenecientes a la monarquía hispana, se establecieron
principalmente en las capitanías de São Vicente, Rio de Janeiro, Pernambuco y
Bahia, donde se fijaron al territorio como colonos, tuvieron descendencia y
participaron de todos los sectores de la vida de la colonia.[23] Creo que es necesario
ahondar en el estudio de todos los aspectos referentes a la población de origen
español que durante la llamada Unión
Ibérica existían en Brasil y que nos mostrará la importancia de la
colonización española en este país durante este periodo, estudio que cuenta
solamente y por el momento con trabajos aislados. Sin embargo, la población de
origen español tuvo numéricamente bastante importancia en Brasil durante estos
60 años, teniendo contacto con otros pueblos como los indígenas y africanos,
los portugueses, holandeses, franceses o ingleses y dejando raíces hispanas en
este territorio, ya que cuando se produjo la restauración portuguesa, la mayor
parte de estas familias continuaron viviendo en Brasil, al igual que lo habían
hecho los portugueses cuando en 1580 Brasil pasó a manos españolas.
NOTICIAS SOBRE AMBRÓSIO PEIXOTO DE CARVALHO Y SU FAMILIA
Entre los funcionarios
reales que había designado Felipe II de España para ejercer sus funciones en
Brasil se encontraba el portugués Ambrósio Peixoto de Carvalho, que había sido
nombrado Desembargador de los Agravios del Brasil[24] y desempeñó su actividad
en la capitanía de Bahia. El doctor Ambrósio Peixoto de Carvalho, era hijo del
también Desembargador de la Casa de lo Civil,[25] doctor Gonçalo Vaz
Peixoto y de doña Madalena de Carvalho y había contraído matrimonio con Beatriz
de Taíde,[26]
hija de Fernão Cabral de Taíde, mencionado en otros documentos también como Fernão Cabral. Ambrosio Peixoto de
Carvalho y Beatriz de Taíde habían tenido al menos 4 hijos: Francisco tenía 5
años -en 1596- por lo que habría nacido en 1591; Fernando, tenía 4 años, por lo
que habría nacido en 1592; Antonio de 2 años habría nacido en 1594 y por último
Pedro, tan solo tenía 4 meses, por lo que habría nacido ese mismo año de 1596.
Además, doña Beatriz en 1596 estaba esperando un nuevo hijo.[27]
Ascendencia
y descendencia de Ambrósio Peixoto de Carvalho e Beatriz de Taíde. Su hijo
Fernando fue el único sobreviviente en su travesía por el Atlántico.
Encontramos noticias
sobre el desembargador Ambrósio Peixoto de Carvalho en la carta XXVI que
Anchieta dirigió al capitán Miguel de Azevedo en Bahia, el 1 de diciembre de
1592. En ella habla -entre otros asuntos- del desembargador Ambrósio de
Peixoto, a quien había conocido cuando estuvo en Bahia y menciona brevemente la
sentencia de la Inquisición contra su suegro Fernão Cabral de la que trataré
más adelante.[28]
Cuando el Visitador del
Santo Oficio de la Inquisición Héitor Furtado de Mendonça llegó a Bahia en 1591
se había producido una serie de denuncias,
y Ambrósio Peixoto de Carvalho realizó una declaración el 20 de agosto
de este año contra personas no identificadas, donde indicó que era cristiano
viejo, natural de Guimarães en Portugal, hijo del doctor Gonçalo Vaz Peixoto, Desembargador
de la Casa de lo Civil y de su mujer Madalena de Carvalho y en esa fecha tenía
37 años, estaba casado con Beatriz de Taíde y era morador en Salvador.[29] Por lo tanto, podemos situar
su fecha de nacimiento en 1553 ó 1554.
Ambrósio Peixoto de
Carvalho fue denunciado por Antonio Nunes Reimão el 21 de agosto de 1591:
“E
denunciando disse que averá tres días que estando elle no colejo de Jesus
perante o padre Quericio Caixa fazendo certos apontamentos de certas contas
delle e de Francisca da Costa defunta por parte da qual estaba presente o
desembargador Ambrosio Peixoto de Carvalho, e vindo a tratar-se porfia de parte
a parte sobre a validade de certos cadernos, disse o dito Desembargador estas
palabras, não creerei nem a São Joam Evangelista se disser o contrario do que
está escripto, e depois da porfia acabada o dito Padre Quericio o amoestou
e sendo perguntado disse que isto
aconteceo entre duas e tres oras pouco mais ou menos depois de meo dia e falava
a propósito e em seu siso o dito Desembargador porem quando disse as ditas
palabras lhe parece que as disse com coleraũ
e do costume teve palabras com seu sogro Fernão Cabral e com
elle denunciante a esmola da Confraria da Fee, a pedio a Diogo Fernandes
cristão novo morador, natural do Porto segundo seu parecer estante nesta
cidade, elle lhe respondeo que não estaba assentado no Livro da Confraria, e
repricando-lhe que si estaba elle respondeo que não se assentava em Confraria,
e testemunhas presentes desta (p. 384) caso são o Chantre Jorge de Pina e o
mestre da capella Bartholomeu Pires que hiam tirando com elle esmola e lhe
parece que estaba tambem presente Pero-Besato
e sendo perguntado disse que isto
aconteceo em hum dia á tarde e que não sabe se estaba bebado se em seu siso nem
o conversa
e do costume disse que o tio de
Diogo Fernandes, Antonio Fernandes esta diferente com Pero Nunes irmão delle
denunciante segundo vio per hũa sua carta”. [30]
De este incidente se
confesó algún tiempo después Ambrósio Peixoto de Carvalho, donde reiteraba su
filiación antes declarada y donde asumía su culpa y pedía perdón:
“Confessando-se,
disse ser cristão-velho, natural de Guimaraes, filho do doutor Gonçalo Vaz
Peixoto, desembargador da casa do cível, e de sua mulher Madalena de Carvalho,
de idade de trinta e sete anos, casado con dona Beatriz de Taíde, morador nesta
cidade.
E
confesando, disse que ontem à tarde, no colégio da Companhia de Jesus, estando
fazendo umas contas com Antônio Nunes Reimão, mercador, quis o dito mercador
que se desse crédito a uns assinados de Mestres e feitores de um engenho de
açúcar.
E ele
confesante nao quería senao que se desse crédito a um caderno que mostraba, e
sobre isto, acendido em cólera e agastamento na porfia que tinham, disse sem
deliberação que, ainda que são João Evangelista lhe dissesse o contrario do que
se continha no dito caderno, nao lho creria.
E
depois de acabadas as porfias, o padre Quirício, que estaba presente, lhe
lembrou que dissera ele aquelas palabras, e que então sentiu ele que dissera
mal nelas sem considerar o que dizia, e por isso pede perdão.
E por
ser dentro no tempo da graça, foi admoestado (para que) em suas práticas seja
atentado como também convén à qualidade de sua pessoa, e que se confesse desta
culpa a seu confessor e cumpra a penitência espiritual secreta que ele lhe
der.”[31]
Ambrósio Peixoto de
Carvalho estuvo involucrado en las acciones de su suegro Fernão Cabral de
Taíde, permitiendo que sus esclavos fueran a la hacienda de este último a
participar de las herejías de la Santidad
de Jaguaripe por las que este último fue denunciado en Bahia por numerosos
testigos. Fernão Cabral de Taíde era natural de Silves en el Algarve, hijo de
Diogo Fernandes Cabral y de Ana de Almada, considerado hidalgo y poseía una
fortuna valorada en 20 mil cruzados. Durante el gobierno de Manuel Teles
Barreto había tomado parte en la expedición contra los Aimorés.
La Santidad de Jaguaripe[32] llegó a Bahia hacia 1580.
Era una secta al mando de Antônio, un indio tupí caraíba que había estado con
los jesuitas en el aldeamiento de la isla de Tinharé, perteneciente a la
capitanía de Ilhéus desde donde huyó para sublevar a los indios. Fue una figura
que sembró el pánico en Bahia, porque ocasionaba fugas masivas de indios y
algunos negros de Guinea de los aldeamientos o misiones, ingenios y haciendas,
que se dirigían a la hacienda de Fernão Cabral de Taíde, provocando incendios y
sembrando el caos por donde pasaban, y fomentando la muerte de los portugueses
y el fin de la esclavitud. Este señor de ingenio había enviado en 1585 una
expedición al mando de un mameluco llamado Tomacaúna,
a las zonas del interior de Bahia donde se escondía la Santidad, para atraerla a sus dominios, prometiendo protegerla,
mantenerla y darle libertad para sus rituales, consiguiendo que parte de la
secta fuera a la hacienda de Jaguaripe.
TEIXEIRA ALBERNAS, João:
Livro en que se mostra a descrição de
toda a costa do estado do Brasil e seus portos, barras e sondas d’elas., op. cit. La imagen representa un fragmento del folio 30 vº, donde se
ilustra los terrenos alrededor de la Bahia de Todos os Santos o recóncavo bahiano y donde se puede
apreciar en el lado inferior derecho la zona de la Barra de Jaguaripe o desembocadura del río Jaguaripe, donde habría
estado situada la hacienda de Fernão Cabral de Taíde, antes de su publicación
en 1627.
Las propiedades de
Fernão Cabral de Taíde fueron descritas por el señor de ingenio de Bahia
Gabriel Soares de Sousa en 1587:
“Este
rio de Jaguaripe tamaño com o Douro, mas mais aprazivel na frescura: navega-se
até a cachoeira que está cinco leguas da barra, e duas leguas abaixo da
cachoeira é a agua doce, a qual o salgado com a força da maré faz recuar até a
cachoeira. Junta da cachoeira, virando sobre a mão direita, para baixo está um
engenho de agua de Fernão Cabral de Ataide, obra mui Formosa e ornada de nobres
edificios de casas de vivenda e de outras oficinas, e de una igreja de S. Bento
mui bem acabada, o qual engenho está feito nas terras de El-Rei, que estão
libres de todo o foro, que costumam pôr os capitães. D’este engenho para baixo vivem alguns
moradores que tem suas roças e canaveaes al longo do rio, que o aformoseam
muito, em o qual se vem meter tres ribeiras por esta mesma banda, capazes de
tres engenhos, que se n’ellas podem mui bem fazer, duas leguas abaixo do Fernão
Cabral […]”.[33]
Ronaldo Vainfas, quien
ha estudiado en profundidad este movimiento herético apoyándose en documentos de la Inquisición de Lisboa, realiza una
biografía de Fernão Cabral de Taíde, rico y poderoso señor de ingenio,
propietario de numerosos esclavos para sus explotaciones. En su hacienda acogió
durante 2 ó 3 meses a la llamada Santidad
de Jaguaripe, formada por algunos cientos de indios, entre hombres mujeres
y niños, que habían huido de ingenios y haciendas, misiones y aldeas. Por ello, la Compañía de Jesús y los otros
señores de ingenio no aceptaban los métodos empleados por Fernão Cabral y hubo decenas
de denuncias contra él ante la Inquisición, años después de que la Santidad de Jaguaripe hubiera sido
extinguida por el gobernador Teles Barreto en 1585, acusándole de haber
protegido a esta secta y de participar en los rituales.
Fernão Cabral trató de
defenderse de las denuncias alegando que había mandado ir a buscar la secta al
interior de Bahia y que la había acogido en sus dominios para reunirla en el
litoral, y de esta manera poder destruirla más fácilmente; sin embargo quedó
más tarde en evidencia ante el Santo Oficio, ya que la secta una vez dentro de
sus dominios no había sido destruida sino protegida por él mismo. Probablemente
el motivo de sus acciones, como acusaban otros señores de ingenio, era atraer a
los indios a sus propiedades con el interés de explotarlos, no para protegerlos
ni por compartir sus ideas heréticas. En su hacienda e ingenio de azúcar era
necesaria mano de obra -las epidemias asolaban en Bahia frecuentemente a la
población indígena y escaseaba la mano de obra- por lo que era común que los
señores de ingenio secuestrasen a los indios de los aldeamientos jesuitas.
En las declaraciones
ante el Santo Oficio, los testigos indicaron que Fernão Cabral de Taíde, su
esposa y familia, trataron de la mejor manera a la Santidad mientras la acogieron en sus tierras y le daban toda serie
de facilidades para poder realizar sus cultos, proporcionándoles un espacio
cerca de la Casa Grande para que construyesen su iglesia, materiales y objetos
para sus rituales, enviando a sus empleados para que les ayudasen y recibiendo
en esta casa a los responsables de la secta, como confesó su mujer Margarida da
Costa. Ambrósio Peixoto de Carvalho estuvo envuelto en estos hechos, ya que sus
esclavos indios frecuentaban la Santidad
de Jaguaripe con su autorización.
Debido a la protección y buen trato que esta secta tenía en la hacienda de
Fernão Cabral de Taíde, fue creciendo en número por las fugas de indios de
otras haciendas o aldeamientos. Sin embargo, solamente una parte de la secta
estuvo en las propiedades de Fernão Cabral acompañados por una caraíba que
llamaban “Madre de Dios”, donde se les había prometido libertad y donde fueron
a buscar la Tierra sin Mal, y el
indio Antônio permaneció en el interior de Bahia con el resto de los miembros. Ante
estos hechos los señores de ingenio presionaron al gobernador Teles Barreto
para que destruyese la secta y este funcionario obligó a Fernão Cabral a
eliminarla y devolver a los indios huidos a sus legítimos propietarios.
Fernão Cabral fue
denunciado gravemente y se confesó el 2 de agosto de 1591 ante el Santo Oficio,
cuando tenía 50 años de edad y era residente en su hacienda de Jaguaripe,
situada en el llamado recóncavo de Bahia
(tierras que rodean por el interior a la Bahía de Todos los Santos). Por ello,
habría nacido en 1540 ó 1541. Confesó que había admitido que se estableciesen
en una aldea dentro de su hacienda algunos indios que pertenecían a la secta
llamada Santidad, y que construyesen
en ella una iglesia, permaneciendo allí por espacio de 3 meses hasta que fueron
expulsados por orden del gobernador Manoel Teles Barreto. En las denuncias que
diferentes personas interpusieron en Bahia contra Fernão Cabral de Taíde,
además de las referentes a su participación en la Santidad, había otras como la de haber ordenado echar a una hoguera
a una negra hinchada de comer tierra,
orden que fue obedecida, querer aprovecharse carnalmente de una mujer dentro de
su propia iglesia, etc.[34]
Los textos nos muestran
a Fernão Cabral como una persona conflictiva, de carácter fuerte y cruel, ambicioso
y arrogante, lujurioso y autoritario, que había estado enfrentado a los
jesuitas que se interponían en su modo de vida inmoral. El 9 de septiembre de
1591 fue denunciado en Salvador por el Padre Antonio Pires, Provincial, y el
Padre Serrão, Rector de la Compañía de Jesús.
Le acusaban de haber tomado por la fuerza seis indios libertos del
aldeamiento e iglesia de São João que estaban a cargo de la Compañía de Jesús,
cuando se encontraban en la hacienda de Heitor Antunes, embarcándolos en su
barco y llevándolos a su hacienda situada a 5 leguas de Salvador, como
represalia porque anteriormente los padres jesuitas se habían negado a que
tomara una india que decía que era esclava suya. La justicia acabó dando razón
a los jesuitas y los indios volvieron a su aldea.[35] En la época se dictaban
diferentes leyes en favor de los indios cristianos de las iglesias de los
jesuitas de Bahia, pero eran leyes que no siempre se cumplían porque los indios
no sabían reclamar justicia y los padres jesuitas no siempre podían interceder
por ellos, por lo que los indios quedaban expuestos a los abusos que los
colonos ejercían sobre ellos.
Fernão Cabral de Taíde
era un hombre poderoso, poseía una de las mayores fortunas de Bahia y estaba en
continuo enfrentamiento con los jesuitas[36] Su mujer, Margarida da
Costa, natural de Moura era hija de Manuel da Costa y Beatriz Lopes de Gouvêa y
también se confesó ante el Santo Oficio, el 30 de octubre de 1591, declarando
ser de 40 años de edad.[37] Su fecha de nacimiento la
podemos situar, por ello, en 1550 ó 1551. Ya eran entonces suegros del
desembargador Ambrósio Peixoto de Carvalho. La confesión de Cabral de Taíde
quedó registrada de la siguiente manera:
“Disse
ser cristão-velho, natural da cidade de Silves no reino do Algarve, filho de Diogo
Fernandes Cabral e de sua mulher dona Ana d’Almada, defuntos, casado com dona
Margarida da Costa, de idade de cinqüenta anos, morador na sua fazenda de
Jaguaripe nesta capitania.
E
confesando, disse que haverá seis anos pouco mais ou menos que se levantou um
gentio no sertão com uma nova seita que chamavam Santidade, havendo um que se
chamava papa e uma gentia que se chamava mãe de Deus, e o sacristão, e tinham
um ídolo a que chamavam Maria que era uma figura de pedra que nem demostrava
ser uma figura de homem nem de mulher, nem de outro animal, ao qual adoravam e
rezavam certas coisas per contas e penduravam na casa que chamavam igreja umas
tábuas com uns riscos, que diziam que eran contas bentas e assim, ao seu modo,
contrafaziam o culto divino dos cristaos.
E
estando este gentio assim alevantado, ele confesante mandou gente de armas para
o fazerem vir do sertão com a qual gente se veio grande parte do gentio,
ficando lá o que chamavam o papa, e ele, confessante, consentiu que o dito
gentio se apresentasse em uma sua aldeia dentro da dita sua fazenda, onde é
morador, e nela se apresentou o gentio e fez casa a que se chamavam igreja,
onde puseram o ídolo e faziam sus cerimônias como atrás fica dito.
E uma
vez foi ele confessante à dita chamada igreja e entrou dentro, amimando e
honrando aqueles gentios e tratando-os bem, porque não entendessem que lhes
havia de fazer mal, e que isto consentiu por espaço de três meses pouco mais ou
menos, até que, por mandado do governador Manuel Teles Barreto, ele confessante
mandou derrubar a dita chamada igreja e entregou ao dito governador o dito
ídolo e a dita gentia que chamavam mãe de Deus, com seu marido e com todos os
mais escravos que na dita companhia desceram.
E que à
sua noticia veio que algumas pessoas dizem que ele confessante, quando entrou
na dita chamada igreja, fizera reverência e tirara o chapéu ao dito ídolo,
porém que ele confessante em sua memória não se afirma que tal fizesse, mas em
que caso se ache que o fez pede perdão disso, e assim o pede de toda a mais
culpa que neste caso cometeu como dito tem.
E
outrossim, confessando, disse que uma noite, estando uma sua negra inchada de
comer terra e quase para morrer, por fazer medo e terror aos outros que não
comessem terra, disse a dois negros seus que a botassem na fornalha e, depois
dele recolhido, os ditos negros a lançaram na fornalha onde se queimou.
E por
não dizer mais, foi perguntado que intenção teve de trazer e conservar em sua
fazenda aquele gentio e aquela seita de idolatria, respondeu que su intenção
era tirá-la e trazê-la do serto para a extinguir, como de fato extinguiu a
parte que veio à dita sua aldeia.
E sendo
mais perguntado, disse que já na dita fazenda não há rastro deste modo de
idolatria, e tudo se apagou como dito tem.
E que
quando disse aos escravos que queimassem a dita negra, a sua intenção era por
lhe pôr medo, a ela e aos outros, e não querer que a queimassem, e quando no
dia seguinte o soube, lhe pessou muito.
E disse
mais, que para ajuda e prova da sua boa intenção acerca do dito negócio do
gentio, apresentava ele, dito senhor visitador, uma certidão do governador
Manuel Teles Barreto, em que se reconta o caso, e o pediu a ele, senhor
visitador a mandasse trasladar.
E foi-lhe mandado ter
segredo, o qual prometeu ter pelo juramento que recebeu e assinou com o senhor
visitador, pedindo-lhe usasse com ele de misericórdia, pois vinha acusar e
confessar dentro deste tempo de graça[38]
Antes de ser juzgado por
el Santo Oficio, intentó huir a Lisboa siendo descubierto y encarcelado en la prisión
de la Inquisición que estaba en el colegio de los jesuitas, y allí permaneció
mientras fue interrogado en varias ocasiones por Héitor Furtado de Mendonça,
hasta que aceptó las imputaciones. Tras reunirse la mesa el 20 de agosto de
1592, las culpas de Fernão Cabral de Taíde fueron consideradas gravísimas, pero
fueron atenuadas debido a su hidalguía y presunción de que sus errores no
suponían un desvío de la fe. De ellas tuvo que abjurar públicamente oyendo su
sentencia en la iglesia, que fue la de abjuración de levi, penitencias
espirituales, pagar una multa de mil cruzados para los gastos del Santo Oficio
y el destierro durante dos años fuera de Brasil, en Portugal.[39] La multa de 1.000
cruzados fue ciertamente altísima, teniendo en cuenta que su fortuna era una de
las más elevadas de Bahia y se había estimado en 20.000 cruzados, aunque el
Padre Anchieta la consideró misericordiosa. Ronaldo Vainfas sugiere que al ser
desterrado pudo dejar el cuidado de su ingenio y hacienda a su yerno Ambrósio
Peixoto de Carvalho, también hacendado.[40]
Su mujer Margarida da
Costa, que también había sido denunciada, tuvo que declarar ante el Santo
Oficio el 30 de octubre de 1591 por haber participado en las acciones de la Santidad de Jaguaripe que tenían lugar
dentro de su hacienda:
“Disse
ser crista-velha, natural de Moura, filha de Manuel da Costa e de sua mulher
Beatriz Lopes de Gouvea, de idade de quarenta anos, mulher de Fernão Cabral de
Taíde, moradora no seu engenho de Jaguaripe do reconcavo desta Bahia.
E
confesando, disse que haverá cinco anos pouco mais ou menos que, na dita sua
fazenda de Jaguaripe, se aposentaram por orden do dito seu marido, que ora está
preso no cárcere do Santo Ofício, uns gentíos da terra que faziam a abusão
chamada Santidade, tendo um ídolo de pedra que não tinha figura humana, ao qual
ídolo chamavam a Santidade, e faziam suas reverencias e suas cerimonias
gentílicas.
E no
dito tempo, duas negras e tres negros do dito gentio da terra da dita abusão
vieram da casa em que estavam aposentados dentro, na sua fazenda, ter às casas
do aposento dela confesante, que será distancia quase de meia légua, tudo
dentro da dita sua fazenda, e a choraram ao seu modo gentílico como costumam
fazer quando querem reverenciar e festejar alguma pessoa, e ela confesante, por
obra de uma hora que aí estiveram, os mandou agasalhar dando-lhes peixe e
farinha, e uma das ditas negras era a que chamavam mae de Deus na dita abusão,
e a essa deu ela confesante umas fitas, dizendolhe que se fosse come las mais
honrada.
Confessou
mais, que no dito tempo que a dita abusão esteve na dita sua fazenda, que
poderia ser de dois meses pouco mais ou menos, ela tinha para si, e dizia, que
não podía ser aquilo demonio, senão alguma coisa santa de Deus, pois traziam
grandes reverencias às cruzes e traziam contas, e nomeavam Santa Maria.
E antes
de os ditos gentíos virem do sertão para a dita sua fazenda, dizia ela que
desejava ja de vir aquele papa e aquela Santidade para ver o que aquilo era,
porquanto entre o dito gentio vinha também um negro ao qual chamavam papa, o
qual, no camino do sertão, fugiu e não chegou a dita fazenda com os mais e, na
verdade, ela no dito tempo desejava de vir o dito papa como dizia.
E
dizendo-lhe a dita negra a que chamavam mãe de Deus, a dita vez que a foi ver,
que lhe quería pintar as suas casas como costumavam lá no gentio, que lhe desse
licença para isso, e ela confesante, por nao agravar, lhe disse que sim, mas
nao houve efeito, nem lhe pintaram nada.
E assim
mais, ela confesante mandou aos seus negros de casa que não agravassem aos
ditos gentios da dita abusão, e assim mais, quando os ditos gentios a vinham
ver, ela lhes gabava aquela sua chamada santidade, dizendo-lhe que era muito
bom aquilo.
E
quando, ao fim de tudo, por mandado do governador Manuel Teles Barreto, se
desfez a dita casa da dita abusão e ídolo, ela confesante, antes de trazerem o
dito ídolo para a cidade, o mandou trazer dentro ao aposento onde la estaba
para o ver, porquanto não o tinha ainda visto, e ela confesante o tomo una mão
e lhe deu com a mão no rosto e lhe cuspiu.
E
declarou mais, que todas as sobreditas coisas que fez e disse em favor dos
ditos gentios e sua abusão foi por contemporizar com eles e não os agravar, e
por não se levantarem mal e fazerem mal à gente branca que estaba no sertão
para acabarem de os trazer à mais companhia dos ditos gentios.
Assinou
o notário por ela confesante.”[41]
Fernão Cabral de Taíde
expuso su genealogía en la tercera sesión del interrogatorio del proceso que se
seguía contra él que tuvo lugar el 14 de agosto de 1592, mientras estaba preso
en la cárcel del Santo Oficio de Salvador de Bahia. En dicho interrogatorio
volvió a repetir que era cristiano viejo natural del Algarve, de la ciudad de
Silves, hijo de Diogo Fernandes Cabral y de doña Ana de Almada, quienes ya
habían fallecido. Indica que no conoció ni sabía los nombres de sus abuelas,
pero su abuelo paterno era Fernão Cabral y el materno João Dias de Almada.
Indicó que había tenido dos tías, hermanas de su padre que habían sido monjas
en el monasterio de Odivelas: doña Violante Pereira, que ya había fallecido e
Inés Cerveira que en ese momento era viuda y que también había tenido tíos, hermanos
de su madre: Duarte Dias de Almada, chantre de la catedral de Silves, que ya
había fallecido y doña Beatriz de Almada, que había casado con Baltasar de
Mello y también Clara Dias de Almada, que casó con García de Sá, morador en
Silves y ya difuntos.
También indica que tuvo
hermanos: doña Violante Cabral, monja en Odivelas y Manoel Dias Cabral, que
había muerto en la India y que también tenía más hermanos que eran hijos del
segundo matrimonio de su padre con Ana de Alcáçer que eran frei Paulo da Gama Cabral,
religioso en el convento de Tomar y otro Nuno Fernandes Cabral que estaba
casado en el Algarve, doña Joana Cabral que había ido hacía un año del Algarve
al Monasterio de Odivelas donde creía que seguía. Indicó también que estaba
casado con doña Margarida da Costa, cristiana vieja de la cual tenía los
siguientes hijos: Manoel Cabral que estaba en el Algarve; doña Beatriz, casada
con el desembargador Ambrósio Peixoto de Carvalho; Diogo Fernandes Cabral,
soltero; Ana, doncella de once años; doña Francisca, de nueve años; Bernardo
Cabral y Nuno Fernandes Cabral, niños de poca edad.[42]
EL TRÁGICO FIN DE AMBRÓSIO PEIXOTO DE CARVALHO, BEATRIZ DE
TAÍDE Y SUS CUATRO HIJOS
El 9 de enero de 1596,
el Licenciado Juan Miguel de Gomensoro, alcalde ordinario de la villa de
Fuenterrabía, abría una investigación. El motivo era que había llegado a esa
villa un niño de tierna edad que
habían traído varios portugueses desde la costa del Brasil. Los hombres que
decían ser portugueses y un navarro, venían de la ciudad de La Rochela[43] en Francia, donde habían
sido llevados presos y robados por los corsarios luteranos de la misma. Los
hombres alegaron que el niño era hijo de un ministro de justicia del rey que
residió en el Brasil y que le estaban llevando con ellos debido a que sus padres
y hermanos habían muerto y el niño se había escapado. El alcalde consideró que
había alguna señal de sospecha y era materia que requería averiguación y sabiduría para entender la causa de que un niño de
dicha edad viniera solo entre dichos hombres, así como para averiguar qué había
sucedido con sus padres, su calidad y naturaleza. Por ello se tomó declaración a
algunos de los portugueses, que eran originarios de la ciudad de Porto y al
navarro Domingo de Erauso, a quienes el juez preguntó quien era esa criatura,
cómo se llamaban sus padres y de donde lo traían, si alguno de ellos que iba en
su compañía era su padre y para donde le llevaban.
Entre los portugueses,
Bartolomé Vilela, de unos 28 años contó que hacía tres meses y cuatro días,
poco más o menos, que estando en la
Bahia de Todos os Santos, en el Brasil, en una nao llamada Los cuatro hijos de Amón para partir al reino de Portugal, había
entrado y embarcado en la nao para ir a ese reino Ambrósio Peixoto y su mujer
doña Beatriz, con cuatro hijos varones: Francisco de 5 años, Fernando de 4
años, Antonio de dos años y Pedro, de 4 meses: “y el dicho Ambrosio Peixoto
había tenido oficio de Su Magestad en la dicha Brasil de desembargador de Su
Magestad”.[44]
“[…] que puede aber tres meses y quatro días
poco mas o menos que este testigo estando en la baya de todos los santos que es
en Brasil en una nao llamada los quatro hijos de Amon para benir y partir al
dicho reino de portugal […] se avia entrado y embarcado en la dicha nao para
venir al reino de Portugal un hombre que se dezia Ambrosio pexoto y doña
beatriz su mujer con quatro hijos barones; El uno dellos llamado francisco de
edad de cinco años y otro hijo llamado fernando, de edad de quatro años y otro
hijo llamado antonio de edad de dos años y otro hijo llamado pedro de peisoto de
edad de quatro messes poco mas o menos y el dicho ambrosio pexoto abia tenido
oficio de su magestad en la dicha Brasil de desembargador de su magestad […]”. AMH: E, 7, I, 2,14 (4).
Estando navegando en
alta mar con destino hacia Portugal se toparon con 6 naos corsarias francesas
de La Rochela y estando peleando con ellos murieron y se ahogaron Ambrósio
Peixoto y su mujer y sus hijos, excepto Fernando que era el hijo que traían. Se
echaron al fondo de la nao, donde fueron tomados por los franceses corsarios,
llevados a la ciudad de La Rochela y desembarcados en ella. Desde esta ciudad,
hacía seis días poco más o menos que habían partido en una nao de La Rochela
para la villa de San Juan de Luz donde llegaron y desembarcaron, dirigiéndose a
Fuenterrabía donde llegaron el 9 de enero de ese mismo año. El declarante,
Bartolomé Vilela se identificó como criado de Ambrósio Peixoto y su mujer, y
había traído al niño con él por encargo de dichos señores. Continuó diciendo
que Beatriz de Taíde se había salvado y escapado de la batalla del día 16 de
octubre de 1596 con su hijo, su criado y los demás marineros yendo para La
Rochela en una de las 6 naos francesas corsarias. Pero Beatriz de Taíde, que
estaba embarazada, había fallecido de parto y le habían echado al mar, junto a
la Rochela. En la misma línea siguió la declaración de los demás portugueses.
Diferentes imágenes del
documento donde pueden observarse los nombres de Ambrósio Peixoto y de su mujer
Beatriz de Taíde. AMH: E, 7, I, 2,14 (5).
“[…] y sabe que los
dichos ambrosio pexoto y su mujer doña beatriz y sus quatro hijos que podian
ser de edad de cinco años abajo todos […]”.AMH: E, 7, I, 2,14 (6).
“[…] y sabe que el dicho
niño contenido en la cabeça destos autos que trae el dicho bartolome bilela es
hijo de los dichos ambrosio de pexoto y su mujer doña beatriz […]”. AMH: E, 7,
I, 2,14 (7).
De entre todas las declaraciones,
la más completa fue la del navarro Domingo de Erauso, a quien pudieron entender
mejor por hablar castellano. Igualmente declaró que habiéndose embarcado en la
capitana de la flota que había salido para Lisboa de la Bahia de Todos os
Santos de la costa del Brasil el 6 de octubre, se había embarcado en ella
también un hombre portugués llamado Ambrosio
Peixoto que según la publicidad y notoriedad había estado por Oidor de S.M.
que en la lengua portuguesa llamaban Desembargador
de la dicha Bahia y se iba con su mujer e hijos a su natural y tierra que
debía ser Portugal, y entre los hijos que habían embarcado estaba Fernando a
quien le llamaba y regalaba por hijo y a él por padre: […] y preguntándole
este testigo al dicho Ambrosio Peixoto porque hijos tenía se los nombró y a
esta dicha criatura entre ellos.
El 16 de octubre vino
sobre dicha flota una armada de seis velas de corsarios franceses y abordando
la capitana de ellas donde venía Domingo de Erauso y la familia Peixoto, se echaron al fondo del barco y al mismo
tiempo se pegó fuego por la proa donde estaba la pólvora de este navío y donde
se encontraban acomodados y escondidos Ambrósio Peixoto, su mujer doña Beatriz
y sus hijos y entre ellos el niño llamado Fernando. Todos los hermanos, excepto
él, se quemaron y murieron y los soldados franceses mataron a estocadas (a
Ambrósio) en presencia de este testigo. El niño se escapó con su madre, estando
ambos muy quemados por la pólvora y los corsarios los recibieron en su navío y
los mandaron curar y doña Beatriz trataba
y regalaba como tal hijo suyo a este niño y le daba de mamar la leche de sus
pechos. Pero a Domingo de Erauso le trasladaron a otro navío y nunca más vio
a doña Beatriz y cuando llegaron a la Rochela supo y entendió de los franceses
como de los portugueses, que doña Beatriz había muerto en la mar de muerte natural.
De esa manera había llegado el niño a La Rochela y para que no estuviera entre
luteranos le habían traído todos los hombres en su compañía a tierra de
cristianos.
El juez de la villa de
Fuenterrabía decretó que el niño Fernando Peixoto estaba enfermo e inhabilitado
para que dichos hombres se lo pudieran llevar consigo y que si lo llevaban
podría peligrar su vida. Mandó entonces al portugués Bartolomé Vilela, que
quería a su cargo al niño que no se lo llevara de esa villa, ni él ni otra
persona, y que le dieran los alimentos y sustentos necesarios conforme a su
calidad y edad, y le pidió que depositara el niño, respondiendo este portugués
que no era posible ya que cuando llegaron a la villa, les habían llevado a
todos ellos ante Juan de Velasco,[45] capitán general de esta
provincia de Guipúzcoa, quien habiendo visto al niño enfermo ordenó que se
quedara en su casa hasta que estuviese bueno para seguir el camino y hasta que
viniesen o enviasen por él parientes o amigos y así le tiene en su casa el dicho capitán general por amor de Dios.
BIBLIOGRAFÍA
ANCHIETA, José de: Cartas, informações, fragmentos históricos e
sermões do Padre Joseph de Anchieta, S.J. (1554-1594). Vol. 3. Rio de
Janeiro, Civilização Brasileira, 1933.
BOUZA ÁLVAREZ, FERNANDO
JESÚS: Portugal en la monarquía hispánica
(1580-1640): Felipe II, Las Cortes de Tomar y la génesis del Portugal católico.
Tesis doctoral. Universidad Complutense de Madrid, 1987.
CARDIM, Fernão: Do principio e origen dos indios do Brasil e
de seus costumes, adoração e ceremonias. Rio de Janeiro. Typographia da
Gazeta de Notícias, 1881.
FURTADO DE MENDONÇA, Heitor:
Primeira Visitaçao do Santo Officio as
partes do Brasil pelo Licenciado Heitor Furtado de Mendonça, Capellão Fidalgo
del Rey nosso senhor e do seu Desembargo, Deputado do Santo Officio. Denunciações da Bahia, 1591-1593. São
Paulo. Homenagem de Paulo Prado, 1925.
GARCÍA CARNICER, Carlos
J.: Sebastián de Arbizu, espía de Felipe
II: la diplomacia secreta española y la intervención en Francia. Madrid.
Edit. Nerea, 1998.
LUXÁN MELÉNDEZ, Santiago
de: La revolución de 1640 en Portugal,
sus fundamentos sociales y sus caracteres nacionales: el Consejo de Portugal,
1580-1640. Tesis doctoral. Universidad Complutense de Madrid, 1988.
OLARAN MÚGICA, María
Inés: “El Consejo de Portugal en el Archivo General de Simancas: Fuente para el
origen del Brasil colonial”. Actas del I
Congresso da ASBRAP (Associação Brasileira de Pesquisadores de História e
Genealogia): “Diálogos entre História e Genealogia”. São Paulo, Brasil, 2
de agosto de 2008.
Patente das Merces, graças, e
priuilegios, de que el Rei Dom Philippe nosso Senhor fez merce a estes seus
Regnos e adiante vai outra Patente das respostas das Cortes de Tomar”. Lisboa, por Antonio Ribeiro, 1583.
RIBEIRO DA SILVA,
Francisco: Felipe II de Espanha, Rei de
Portugal (coletânia de documentos filipinos guardados em arquivos portugueses. 2
vols. Zamora. Fundação Rei Afonso Henriques, 2000.
SANTAELLA STELLA,
Roseli: O Dominio español no Brasil
durante a monarquia dos Filipes: 1580-1640. Tesis doctoral. Universidad de
São Paulo, 1993.
SANTAELLA STELLA,
Roseli: Brasil durante el gobierno
español: 1580-1640. Madrid. Fundación Histórica Tavera, 2000.
SANTAELLA STELLA, Roseli:
“Instituções e governo español no Brasil”. En: Tres grandes cuestiones de la historia de Iberoamérica: ensayos y
monografías. Madrid. Fundación Ignacio de Larramendi/Fundación Mapfre
Tavera, 2005.
SANTOS, Ricardo Evaristo
dos: El Brasil filipino: 60 años de
presencia española en Brasil (1580-1640). Madrid. Mafre, 1993.
SOARES DE SOUZA,
Gabriel: Tratado descriptivo do Brazil em
1587. Rio de Janeiro, Typografia Universal de Laemmert, 1851.
SZTUTMAN, Renato: O profeta e o principal: a acão política
ameríndia e seus personagens. Tesis doctoral. Universidad de São Paulo,
2005.
STADEN, Hans: Navigatio in Brasiliam Americae. Francfort, 1592.
TEIXEIRA ALBERNAS, João:
Livro en que se mostra a descrição de
toda a costa do estado do Brasil e seus portos, barras e sondas d’elas. Lisboa,
1627.
VAINFAS, Ronaldo: A heresia dos indios: catolicismo e rebeldía
no Brasil colonial. São Paulo.
Companhia das Letras, 1995.
VAINFAS, Ronaldo
(coord.): Confissões da Bahia – Santo
Ofício da Inquissição de Lisboa. São Paulo. Companhia das Letras, 1997.
VERÍSSIMO SERRĂO,
Joaquim: O tempo dos filipes em Portugal
e no Brasil (1580-1668). Lisboa. Colibri, 1994.
[1] Archivo Municipal de
Fuenterrabía (en adelante: AMH): E, 7, I, 2, 14. Fecha, 1596.
[2] Conferencia Iberoamericana de Genealogía, celebrada en Utah, Estados
Unidos entre el 9-14 de septiembre de 2013.
[3] Biblioteca Nacional de España:
R/39976: Patente dos priuilegios
perpetuos: graças & mercés de que el Rey Dom Philippe primeiro deste nome,
nosso senhor fez mercé a estes seus Reynos & Senhorios de Portugal quando
nelles foi leuantado por Rey em as Cortes solemnes de todos os tres Estados que
se fizerão em a Villa de Tomar. Sin
fecha. El dominio español que comenzó en 1580 con el reinado de Felipe II
continuó hasta 1640 con Felipe III y IV de España, cuando se produjo la Guerra de Restauración portuguesa, subiendo al trono D. João IV
de Portugal e iniciándose la dinastía Braganza. A pesar del juramento realizado
por Felipe II en Tomar, donde se comprometía a respetar la autonomía de los
portugueses, en materia colonial la injerencia de España fue cada vez mayor en
Brasil y hubo una gran cantidad de funcionarios coloniales enviados a este
territorio por España.
[4] En el periodo colonial, juez nombrado por los donatarios los cuales le
otorgaban competencia y jurisdicción en sus tierras.
[5] ANCHIETA, José de; PEIXOTO,
Afranio y MACHADO, Antonio de Alcântara: Cartas,
informações, fragmentos históricos e sermões do Padre Joseph de Anchieta. Vol.
III. Civilização Brasileira, 1993, pp. 412-416. José de Anchieta fue un
sacerdote Jesuita, nacido en La Laguna (Tenerife), hijo de padre guipuzcoano,
de Urrestilla y de madre tinerfeña, de La Laguna, que tras estudiar en Coimbra,
fue destinado al Brasil, llegando a Bahia de Todos os Santos en julio de
1553. El 25 de enero de 1554, fue uno de
los fundadores de la ciudad de São Paulo. Tenía una sólida formación
humanística y realizó una gran obra en Brasil en favor de la educación de los
indios. De 1567 a 1575 fue Provincial de la Compañía de Jesús en São Vicente.
En 1577 dejó esta capitanía y fue nombrado Provincial de Bahia. Durante sus
misiones enviaba cartas con información de su labor y a través de ellas
conocemos detalles sobre diferentes aspectos geográficos, sociales y naturales
de esa época. Además estuvo realizando su misión en Rio de Janeiro, como Rector
y en Espiritu Santo como Superior, y después como misionero. Murió el 9 de
julio de 1597 en Reritiba (hoy Ciudad de Anchieta, Estado de Espiritu Santo).
Sobre aspectos genealógicos de José de Anchieta puede consultarse mi obra: OLARAN
MÚGICA, María Inés: José de Anchieta, fundador de São Paulo.
Estado de la cuestión genealógica y la obra de Baltasar de Anchieta Cabrera. María
Inés Olaran Múgica, editora. São Paulo, 2008.
[6] Véase:
SZTUTMAN, Renato: O profeta e o
principal: a acão política ameríndia e seus personagens. Universidad de São
Paulo. Tesis doctoral, 2005, pp. 125 y ss.
[7] Revista da Exposição Anthropologica Brazileira. Rio de Janeiro. Typ.
de Pinheiro, 1882, pp. 68-69. Véase igualmente: CARDIM, Fernão: Do principio e origen dos indios do Brasil e
de seus costumes, adoração e ceremonias. Rio de Janeiro. Typographia da
Gazeta de Notícias, 1881. Trata el autor de las distintas acepciones que ha tenido
en Brasil el término “caraíba”. pp. 85-86.
[8] Según Ronaldo Vainfas, durante
la Visita de Héitor Furtado de Mendonça a Salvador, un 18% de las denuncias (38)
se realizaron contra Fernão Cabral de Taíde, por lo que fue el señor de
Jaguaripe el más denunciado, superando a los conversos que vivían en la
capitanía y que habían sido acusados de judaísmo. Solamente su proceso ante el
Santo Oficio está formado por 265 folios. Es ello una muestra de la importancia
que tuvo la Santidad de Jaguaripe en estos años. Véase: VAINFAS, Ronaldo: A heresia dos índios. Catolicismo e rebeldía
no Brasil colonial. São Paulo. Companhia das Letras, 2010, pp. 187-197.
[9] OLARAN MÚGICA, María Inés: “El
Consejo de Portugal en el Archivo General de Simancas: Fuente para el origen
del Brasil colonial”. Actas del I
Congresso da ASBRAP (Associação Brasileira de Pesquisadores de História e
Genealogia): “Diálogos entre História e Genealogia”. São Paulo, Brasil, 2
de agosto de 2008.
[10] SANTAELLA
STELLA, Roseli: O Dominio español no
Brasil durante a monarquia dos Filipes: 1580-1640. Tesis doctoral.
Universidad de São Paulo, 1993, pp. 23-25.
[11] LUXÁN MELÉNDEZ, Santiago de: La
revolución de 1640 en Portugal, sus fundamentos sociales y sus caracteres
nacionales: el Consejo de Portugal, 1580-1640. Tesis doctoral. Universidad
Complutense de Madrid, 1988.
[12] BOUZA ÁLVAREZ, FERNANDO JESÚS: Portugal en la monarquía hispánica
(1580-1640): Felipe II, Las Cortes de Tomar y la génesis del Portugal católico.
Tesis doctoral. Universidad Complutense de Madrid, 1987.
[13] SANTAELLA STELLA, Roseli: O Dominio español no Brasil durante a monarquia
dos Filipes: 1580-1640, op. cit.
[14] RIBEIRO DA SILVA, Francisco: Felipe II de Espanha, Rei de Portugal
(coletânia de documentos filipinos guardados em arquivos portugueses. 2
vols. Zamora. Fundação Rei Afonso Henriques, 2000.
[15] Patente das Merces, graças, e priuilegios, de que el
Rei Dom Philippe nosso Senhor fez merce a estes seus Regnos e adiante vai outra
Patente das respostas das Cortes de Tomar”. Lisboa, por
Antonio Ribeiro, 1583.
[16] A este respecto, es necesario citar el
nombramiento del castellano D. Diego de Silva y Mendoza, Conde de Salinas para
el Consejo de Portugal en 1605, que violaba el capítulo 15º de la Patente de las Mercedes, Gracias y
Privilegios concedida por Felipe II.
[17] SANTAELLA
STELLA, Roseli: “Instituções e governo español no Brasil”, p. 4. (Traducción de
mi autoría) En: Tres grandes cuestiones
de la historia de Iberoamérica: ensayos y monografías. Madrid. Fundación
Ignacio de Larramendi/Fundación Mapfre Tavera, 2005. Véase además de esta
autora: Brasil durante el gobierno
español: 1580-1640. Madrid. Fundación Histórica Tavera, 2000.
[19] Ibídem,
pp. 69.
[20] Ibídem,
pp. 72. La traducción al español es de mi autoría.
[21] Ibídem,
pp. 87-88 y p. 104. Sobre el proceso de consulta y el trámite de las
resoluciones hasta que el documento final fuese redactado véase el capítulo 6 de
esta obra, titulado: “Los trámites burocráticos de la administración española
hasta el despacho final”, en: Ibídem,
pp. 84-104.
[22] Ibídem, p. 174. Recomiendo la lectura de las
conclusiones en pp. 171-174.
[23] Respecto a
este punto, han sido ya publicados algunos trabajos de mi autoría que tratan de
familias españolas en Brasil, cuyo título y resumen puede ser consultado en: http://www.montejasso.com/publicaciones.htm.
[24] Magistrado
supremo y del Consejo del Rey, que había en Portugal. En el Arquivo Nacional Torre do
Tombo (en adelante PT-TT) en Lisboa, se encuentran catalogados varios
documentos sobre sus funciones: en primer lugar la “Carta de merced de oficio
de Juez del foro de Castelo Branco”, concedida por D. Felipe I a Ambrósio Peixoto:
PT/TT/CHR/N/001/0010/09401. (Nótese que se refiere a D. Felipe I de Portugal,
aclamado así en Tomar y II de España). Además está catalogado en este Archivo
el “Albalá de merced de ordenado, concedido por D. Felipe I a Ambrósio Peixoto”:
PT/TT/CHR/N/001/0018/06001 y la “Carta de merced del cargo de Desembargador de
los Agravios del Brasil, concedida por D. Felipe I a Ambrósio Peixoto”:
PT/TT/CHR/N/001/0018/06002.
[25] Casa de lo Civil: tribunal de justicia
de Portugal que en la época tratada juzgaba todas las causas civiles de
Portugal.
[26] Entre las diferentes grafías de este
apellido se encuentran Taíde, Ataíde, Thaide ó Thayde.
[27]AMH:
E, 7, I, 2, 14, doc. cit.
[28] ANCHIETA, José de: Cartas, Informações, fragmentos históricos e sermões do Padre Joseph de
Anchieta, S.J. (1554-1594). Rio de Janeiro, Civilização Brasileira, 1933, pp. 280-289. Miguel
de Azevedo fue Gobernador de la Capitanía de Espiritu Santo de 1589 a 1593.
[29] Paulo Prado
publicó en la Série Eduardo Prado- Para
melhor se conhecer o Brasil, los documentos relativos a la primera visita del
Santo Oficio a Brasil que realizó Héitor Furtado de Mendonça en tres volúmenes: Confissões da Bahia, São Paulo, 1922; Denunciações da Bahia, São Paulo, 1925 y Denunciações de Pernambuco, São Paulo, 1929. Encontramos información sobre la
denuncia del desembargador Ambrósio Peixoto de Carvalho en Denunciações da Bahia, op. cit. pp.
376-377. La obra Confissões da Bahia
ha sido reeditada en Brasil y éste ha sido el ejemplar consultado y a cuyas
páginas se refiere mi trabajo: VAINFAS, Ronaldo (coord.): Confissões da Bahia – Santo Ofício da Inquissição de Lisboa. São Paulo.
Compahia das Letras, 1997.
[30] Den.
da Bahia, pp. 383-384 y Conf. da
Bahia, pp. 92-93.
[31] Conf. da Bahia, pp. 92-93. Nótese que la
fecha de la denuncia que se indica en la obra es el 21 de agosto de 1591 y la
confesión del 20 de agosto del mismo año.
[32] Para ampliar información sobre este
movimiento véase VAINFAS, Ronaldo: A
heresia dos indios: catolicismo e rebeldía no Brasil colonial. São Paulo.
Companhia das Letras, 1995.
[33] SOARES DE
SOUZA, Gabriel: Tratado descriptivo do
Brazil em 1587. Rio de Janeiro, Typografia Universal de Laemmert, 1851, p.
144.
[34] Denunciações
da Baia, pp. 251-253, 253-256, 264-266, 275-276, 276-278, 280-283, 290-292,
293-294, 295-296, 297-298, 304-305, 308-309, 311-312, 315-316, 327-329, 332,
339, 340-342, 346-347, 350-351, 352, 352-353, 355-356, 365-366, 373-374,
381-382, 386-388, 392-394, 398-399, 413-415, 416-418, 470-472, 472, 473-476,
476-477, 481-482 y Confissões da Baia,
pp. 35-37.
[35] ANCHIETA, José de: Cartas, Informações, fragmentos históricos e sermões… op. cit., pp.
363-365.
[36] Véase nota 498 de ANCHIETA, José de: Cartas, Informações, fragmentos históricos e
sermões… op. cit., p. 391. Declaró tener una fortuna de 20.000 cruzados
ante el Santo Oficio en 1591.
[37] Confissões
da Baia, op. cit., pp. 101-102. Ver nota 449 de las cartas de Anchieta.
[38] VAINFAS, Ronaldo (org.): Confissões da Bahia-Santo Officio da
Inquisição de Lisboa. São Paulo. Companhia das Letras, 1997, pp. 63-66. Los
gentíos a que se refiere eran indios aliados. Los indios se diferenciaban entre
aquellos que vivían en los aldeamientos, llamados simplemente indios, los aliados o gentíos y los indios que se oponían al
poder instaurado o selvagens.
[41] Conf.
da Bahia, pp. 169-172.
[42] PT-TT-TSO/
IL/28/17065, f. 226 vº-228rº.
[43] La Rochelle.
[44] AMH: E, 7, I, 2,14.
[45] Juan Velázquez de Velasco fue nombrado
por Felipe II en 1589 Capitán General de Guipúzcoa y Alcaide de Fuenterrabía,
cargo que ostentó hasta 1598. Véase: GARCÍA CARNICER, Carlos J.: Sebastián de Arbizu, espía de Felipe II: la diplomacia
secreta española y la intervención en Francia. Madrid. Edit. Nerea, 1998, pp.
63-65. Natural de Valladolid, fue superintendente de los espías secretos y comendador
de la Orden de Santiago.
No hay comentarios:
Publicar un comentario